No crónica no crítica de un no homenaje

Mai es sempre teatre. Homenatge a Josep Lluís Sirera. Onze dríblings i un offside de Josep Lluís Sirera, lectura dramatitzada. Intèprets: Carla Chillida, Àngel Fígols, Alejandra Garrido, Pau Gregori, Jesús Múñoz i Begoña Tena. Direcció: Xavier Puchades. El dia que Beltolt Brecht va morir a Finlàndia de Josep Lluís i Rodolf Sirera. Fragment seleccionat per Rodolf Sirera. Interpretat per CRIT companyia de teatre. Selecció musical: Remei Miralles. Músic: Ona nua. Cantants: Carla Chillida, Mireia Marí i Begoña Tena. Audiovisuals: Albert Staromiejski. Testominis: Carles Alberola, Antonio Amorós, Maribel Bayona, Mafalda Bellido, Tadeus Calinca, Jerónimo Cornelles, Roberto García, Lola López, Anna Marí, Juan Luis Mira, Manuel Molins, Pedro Montalbán Kroebel, Jesús Muñoz, Gabriel Ochoa, Jacobo Pallarés, Jorge Picó, Jaume Policarpo, Juanjo Prats, Xavier Puchades, Isabel Requena, Zaida Rico, Guada Sáez, Javier Sahuquillo, Rodolf Sirera, Daniel Tormo, Josep Valero, Ximo Vidal. Disseny i il·lustració: Elías Taño. Impressió: La Miliciana Serigrafía. Fotografia: Estrella Jover. Dotació tècnica: Yapadú. Producció: Sonia Alejo i Begoña Palazón. Coordinació: Jaume Policarpo. Direcció i dramatúrgia: Xavier Puchades. Agraïments: Manel Arcos i Martínez, Irene Marsilla (fotografies de Josep Lluís Sirera), Felip Bens i Llevant U.D., Pati Martínez i Àngel Martínez. María Ángeles Fayos. Juanjo Pavía. El Pont Flotant i La Siamesa. Patrocinadors: AVEET, Ajuntament de València, Generalitat Valenciana, Institut Valencià de Cultura, Centre del Carme Cultura Contemporània. 29.11.1917, al Centre del Carme Cultura Contemporània. Fotografies: Estrella Jover.

Benvolgut Josep Lluís:

Cuando éramos pequeños, en aquella España cutre del Franquismo, nos adoctrinaron con un valor: el heroísmo irracional. Para ti y para mí, seguramente, El Cid era uno de los grandes referentes de la España imperial que provocaba nuestro entusiasmo exacerbado de película de John Wayne. Entre las promesas de vida eterna de aquellos Escolapios o Salesianos, el caballero que se enfrentó al rey Alfonso VI despertaba en nosotros el sentido contrario al pretendido por los creadores de las enciclopedias Álvarez: era un héroe que se había rebelado contra el poder, por un lado, y mataba muchos malos de manera sobrenatural después de muerto, en un alarde de inteligencia guerrera admirable.

Tú eres el Cid del teatro. Aun no estando, ganaste una batalla ayer en el homenaje de la Associació Valenciana d’Escriptores i Escriptors Teatrals, la AVEET de la que fuiste fundador, un acto sencillo aparentemente, pero nada fácil de preparar, y a la vez espectacular, no sólo emotivo, como siempre es de esperar cuando se recuerda a alguien tan querido y, probablemente, a quien más ha hecho por el teatro valenciano en nuestros tiempos, sino también para que todos nosotros tomemos la responsabilidad de continuar con tus tareas pendientes después de su interrupción durante dos años, desde que nos dejaste huérfanos. Pero si ejerciste el papel del Cid fue porque durante unas horas nos unimos todos los presentes y los ausentes que recordaban la fecha y hora del acto. Conseguiste algo impensable: que autores y actores con no precisamente grandes relaciones personales, conversaran y olvidaran las aristas de lo profesional para sentir los afectos que tanto te satisfacían.

En realidad, el acto era un no homenaje, puesto que tú siempre creíste en la influencia del teatro, en la retroalimentación de la escena y el individuo, además de en su pervivencia, el compromiso y la influencia social. No te limitaste a criticar obras o a investigar en esos archivos llenos de libretos perdidos y volúmenes amarillos. Por eso inventaste la “no crítica” en la revista Episkenion, como reflexión personal de una representación cuyo contenido te llegaba a tu interior, te enriquecía o te provocaba sensaciones afectas a tu mundo más profundo. Y qué mejor que un “no homenaje” para darle sentido a una sensación: sigues entre nosotros y tu presencia nos anima a nuevos retos y a seguir con las “no críticas”. Y con el compromiso tal como tú lo entendías. El mismo con el que te acompañaron decenas y decenas de amigos tuyos y del teatro.

Remei eligió las canciones que más te gustaban. La velada comenzó por el “Sí, senyor”, esa canción de Ovidi Montllor que tanto te gustaba, tan bien interpretada por Ona Nua y cantada por Carla Chillida, creadora de obras contestatarias con las que simpatizabas. Esas canciones que llenaron el sentido de tu vida, como “Què volen aquesta gent”, cantada extraordinariamente por Begoña Tena con el propio Ona Nua en el estribillo, quien redondeó su delicada actuación con “Perquè vull” también de Ovidi. Me faltó el “We shall overcome” cantado por Joan Báez que tanto te gustaba, pero ya está en tu testamento como creador: París anys 60. Pero Remei Miralles eligió las que tanto te expresaban, más una sorpresa posterior.

Los testimonios de entrevistas videográficas se sucedieron. Los grandes nombres del teatro valenciano estaban ahí recordando lo que habías significado para su dedicación a nuestra pasión: Carles Alberola, Antonio Amorós, Maribel Bayona, Mafalda Bellido, Tadeus Calinca, Jerónimo Cornelles, Roberto García, Lola López, Anna Marí, Juan Luis Mira, Manuel Molins, Pedro Montalbán Kroebel, Jesús Muñoz, Gabriel Ochoa, Jacobo Pallarés, Jorge Picó, Jaume Policarpo, Juanjo Prats, Xavier Puchades, Isabel Requena, Zaida Rico, Guada Sáez, Javier Sahuquillo, tu hermano Rodolf, Daniel Tormo, Josep Valero y Ximo Vidal. Y podrían haber incluido sesenta o setenta entrevistas más de gente agradecida. Las intervenciones dejan constancia de lo que significas para la historia de nuestro teatro como estudioso, historiador, creador, impulsor, director de proyectos y hasta gestor.

Un momento estelar, amigo Josep Lluís, llegó con la lectura dramatizada de Onze dríblings i un offside. Sí, aquella obra que te pedí para incluir en el libro del Centenario del Levante Unión Deportiva, tu club de fútbol y el mío, que representaba algo más que una institución deportiva o social porque era una manera de vivir, un certificador de la existencia de una Valencia subterránea, alejada de la oficialidad y en la que muchos nos refugiamos mientras la grandilocuencia dejaba a los infames y a los mediocres como protagonistas de la vida política y empresarial. Aquella para la que me hiciste comprobar que hubo un partido de fútbol del Levante contra unos marineros estadounidenses atracados en el puerto de Valencia. Esa obra que generosamente escribiste y que si los dirigentes deportivos y sus consejeros espirituales tuviesen un mínimo de cultura, la hubiesen sabido explotar como merecía e incluso te hubiesen puesto en ese minuto de silencio anterior a un partido, que muchas veces dedica a perritos o gatitos que nunca amaron al Levante como tú. Pero, como bien me enseñaste, tus principios están por encima de los oportunismos. Los levantinistas tenemos el orgullo de que gracias a ti somos propietarios de una obra de teatro sobre nuestra historia partiendo de tu historia personal. Y apenas hay clubes que la tengan. Ni siquiera nuestros vecinos, el equipo de nuestro amigo admirado y compañero tuyo, Nel Diago. Me siento orgulloso de haber facilitado su publicación en la colección de libros oficiales del Centenario, en el tomo cuarto, un libro miscelánea donde hay muy buena literatura, aunque a los dirigentes futbolísticos les interesan las fotos solamente. Pero de eso hablamos tú y yo bastantes tardes.

La obra tuvo una dignísima representación dirigida por alguien que te lleva como una bandera: Xavi Puchades, quien fuera tu alumno, y que, en mi opinión, es la persona más indicada para realizar una de tus tareas: alentar a los autores, sobre todo a los noveles y más jóvenes. El reparto… pues gente de la tuya: Carla Chillida, Àngel Fígols, Alejandra Garrido, Pau Gregori, Jesús Muñoz y Begoña Tena. Y estabas tú: eras Pau Gregori. Y es la primera vez que te vi con un símbolo deportivo: esa camiseta con tu nombre al dorso y el número nueve, el de Caszely, a quien admiramos con tanto fervor, sobre todo por su sentido democrático, porque también es un hombre de teatro y por haber jugado en nuestro Levante en unos años difíciles en su país, Chile… y en nuestro modesto club. Esta representación merece una crítica sin duda, pero eso lo dejaremos para otro día.

Los amigos de CRIT, a quienes tanto adoramos, reprodujeron en la escena uno de los grandes fragmentos de la obra escrita con Rodolf, El dia que Bertolt Brecht va morir a Finlàndia. La bella y potente voz de Dani Tormo, escoltada por las de Josep Valero y Anna Marí, nos decía que estabas hablando tú. Y así lo certificó Anna cuando te citó detrás de Brecht. Entrañable y bello gesto.

Cuando –creo que fue Vidal- se habló del teatro fallero y tu obsesión por investigarlo, aún recuerdo aquella reunión con el entonces vicepresidente de Cultura de Junta Central Fallera, José Luis Vaello. Desconozco si fue tu prestigio o tu presencia, o su sensibilidad por la cultura –que la tenía-, la que nos abrió las puertas a las que había llamado para investigar en el archivo de este organismo junto a Rosa Sanmartín. Creo que las fichas para la Academia Valenciana de la Lengua fueron unas pocas, pero ahí quedan otras tantas por si algún día podemos colgar en el portal. Aunque se hace necesario ese largo estudio del teatro fallero tal como me indicaste.

Claro es que, faltaba algo de lo que solamente puedes pavonearte: tu Cant de la Sibi.lla. Siempre recuerdo cuando los días anteriores a su estreno decías que te sentías importante porque eres el único escritor que representa en la catedral de Valencia, seguramente el primer gran foco de nuestro teatro medieval, que también fue una asignatura que impartiste en la Facultad de Filología. Y ahí estuvo Mireia Marí cantando una de sus partes más brillantes, con el acompañamiento mágico de Ona nua. Fue la nota que dejó al público anonadado del todo. Qué mejor rúbrica artística podía ofrecer AVEET.

Las palabras de Sonia Alejo, la presidenta de la Asociación, fueron las de una verdadera presidenta. La de una persona que ha sabido recoger tu aliento y brilla con su trabajo anunciando que te declaraban Presidente de Honor, y sabiendo dar paso a Remei y a tu hermano Rodolf para poner el punto final agradecido al acto. Sus palabras fueron las de nuestros sentimientos.

¿Te acuerdas de la UIMP de Cuenca en 1998? Donde nos conocimos personalmente en aquel congreso de teatro histórico. De los paseos por Segorbe y por Madrid conversando de los problemas del teatro actual. Yo no fui alumno tuyo en la Universidad de Valencia. Yo era un valenciano de otra parte, de esos que deciden un día ser filólogo fuera de su tierra. Sin embargo, tú, junto a Cecilio Alonso, ayer presente en el acto, fuiste el primer profesor valenciano que me conoció en la UNED de Madrid y me implicó en dedicarme un poco más a mi tierra cuando estaba metido en los avatares de la Literatura Hispanoamericana. Siempre había tenido como línea de investigación paralela el teatro del siglo XX, el contemporáneo, entre mis prácticas sobre el teatro amateur fallero, a las que tanto me ayudaste, pero tú fuiste la razón que me impulsó a convertirla en una actividad diaria y que acabara dedicándome a la crítica de artes escénicas gracias al diario Las Provincias. Aunque no olvido tus consejos y tus advertencias: “¿Sabes lo que vas a hacer si te dedicas a la crítica en prensa?”, me dijiste. “Es una tarea muy dura perseguir estrenos”. Y eso que en tu época como crítico no llegábamos a la cantidad actual, muchos de ellos protagonizados por compañeros a los que alentaste para ser profesionales de este arte. Tú me advertiste de que los mejores investigadores valencianos de teatro no estaban en tu Universidad, pero yo pensé que ya estabas tú ahí por todos.

No fui tu alumno, pero fui tu discípulo, que es algo de lo que uno puede enorgullecerse. Y, sobre todo, un amigo que valoró siempre la bondad y el cariño tuyos como puntos de partida de la mirada del crítico hacia el trabajo de los profesionales. Ya tengo ganas de ir a la sala Inestable y ver esa sala que Jacobo y Maribel han bautizado como “Espai Josep Lluís Sirera” y anunciaron en el acto de ayer.

Quedo a la espera de tu contestación, que espero no se demore demasiado. Primero porque quiero contar contigo de jurado de Literatura Dramática en los próximos Premios de la Crítica Literaria Valenciana, ya que fuiste ganador el año pasado. Y segundo porque hemos de poner en marcha de nuevo el proyecto de Episkenion. El mundo lo merece, y nuestro compromiso con el individuo, la sociedad y la cultura, ha de hacer germinar la semilla que plantaste en nosotros. “Nunca es siempre teatro”, pero ayer, hoy y mañana, serás nuestro teatro.

Por si nos vemos, te deseo unas felices fiestas y que sigas con nosotros en 2018.

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